RIAD.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostuvo el miércoles 14 de mayo una reunión privada con el presidente interino de Siria, Ahmad al-Sharaa, en Arabia Saudita, en lo que constituye el primer encuentro bilateral entre ambos países en más de dos décadas. El gesto fue acompañado del anuncio oficial del levantamiento de sanciones económicas y diplomáticas impuestas a Siria, una decisión que genera impacto tanto en la política exterior estadounidense como en la dinámica de poder en Medio Oriente.
Punto de inflexión para Siria
La reunión, celebrada al margen de la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en Riad, representa un giro histórico para Siria, nación que intenta recuperarse tras más de 13 años de guerra civil y cinco décadas de autoritarismo bajo la familia Al-Assad. Trump calificó a Al-Sharaa como un “tipo duro”, destacando su capacidad de liderazgo pese a su pasado insurgente.
Al-Sharaa, conocido anteriormente como Abu Mohammed al-Golani, estuvo vinculado a Al-Qaeda y combatió contra tropas estadounidenses en Irak antes de asumir un rol clave en el derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024.
Sanciones levantadas y promesas de cooperación
Desde el Air Force One, Trump reafirmó que había “ordenado el cese de las sanciones contra Siria”, argumentando que estas habían sido “paralizantes” y que el país merecía un nuevo comienzo. En respuesta, el pueblo sirio salió a celebrar, con fuegos artificiales y banderas ondeando en las calles de Damasco.

Según la Casa Blanca, Trump pidió al nuevo gobierno sirio que reconozca diplomáticamente a Israel, que expulse a grupos extremistas y que se haga responsable de centros de detención que albergan a unos 9,000 presuntos miembros del Estado Islámico (ISIS). También planteó una eventual retirada militar de Estados Unidos de Siria, en coordinación con una transición de control a manos del gobierno central sirio.
Reacciones internacionales
La decisión de levantar las sanciones ha generado reacciones divididas. Israel expresó su preocupación, particularmente por el historial islamista de Al-Sharaa, y había solicitado mantener las medidas restrictivas durante la reciente visita del primer ministro Netanyahu a Washington.
En contraste, líderes como el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salmán y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan —quien se unió por videollamada a la cumbre— respaldaron abiertamente al nuevo gobierno sirio y el paso dado por Trump.
El Centro de Estudios Políticos y Estratégicos de El Cairo interpretó el gesto como un reconocimiento implícito de Washington al liderazgo de Damasco y una vía para reactivar la economía siria con financiamiento del Golfo.
Una economía al borde del colapso busca reactivación
Antes de la guerra civil iniciada en 2011, Siria operaba bajo una economía controlada y sancionada desde 1979 por su estatus de “Estado patrocinador del terrorismo”. La eliminación de las sanciones ofrece la posibilidad de reintegrarse al sistema financiero internacional, facilitar inversiones y recuperar el control de recursos estratégicos como los campos petroleros y los cruces fronterizos, que volverán al gobierno central según un acuerdo con las fuerzas kurdas.
Perspectiva
La reunión entre Trump y Al-Sharaa marca el inicio de una nueva etapa en las relaciones entre Estados Unidos y Siria, con implicaciones económicas, diplomáticas y de seguridad regional. Sin embargo, la figura del nuevo líder sirio y su pasado generan divisiones, particularmente entre aliados estratégicos de Washington como Israel.
¿Será esta apertura diplomática un camino hacia la estabilidad o una apuesta arriesgada con efectos impredecibles? La región observa con atención.
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