Las acciones de las principales compañías tecnológicas estadounidenses están enfrentando turbulencias debido a la política comercial adoptada por el presidente Donald Trump en su segundo mandato, especialmente por la imposición de aranceles.
El caso más emblemático es Tesla, empresa liderada por Elon Musk. Antes de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 2024, la acción de Tesla cotizaba en NASDAQ a 242.84 dólares. El día de los comicios, aumentó a 251.44 dólares, marcando un incremento del 3.54%. Sin embargo, tras la confirmación casi segura de la victoria de Trump, las acciones dieron un salto más significativo, alcanzando los 288.53 dólares, un alza adicional del 14.75%.
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No obstante, esta euforia inicial parece haberse disipado rápidamente debido al impacto negativo de las políticas arancelarias de Trump, que buscaban favorecer a la economía nacional, pero que están teniendo un efecto contrario sobre sus grandes aliados empresariales, pues las acciones de Tesla pasaron de 350 dólares por acción el 11 de noviembre del 2024 a 240.68 al cierre ayer, es decir, un valor menor al 5 de noviembre.
Otro ejemplo claro es Apple. La compañía de Cupertino cotizaba sus acciones a 259.02 dólares el 26 de diciembre, en pleno entusiasmo por el nuevo mandato del presidente republicano. Sin embargo, al cierre del 13 de marzo, las acciones de Apple se desplomaron a 209.08 dólares, reflejando una caída del 19.28%. Esta situación revela la preocupación creciente de los inversionistas ante el efecto negativo de las políticas proteccionistas.
Por su parte, Meta también experimenta un impacto considerable. Sus acciones registraban un valor de 736.67 dólares el pasado 14 de febrero, pero cerraron el 13 de marzo a 590.64 dólares, lo que representa una caída del 19.82%. La empresa liderada por Mark Zuckerberg se suma así al grupo de grandes tecnológicas perjudicadas por la estrategia arancelaria.
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Donald Trump intentó mitigar estos efectos promoviendo la adquisición de vehículos Tesla desde la Casa Blanca, asegurando públicamente que él mismo compraría uno. Esta medida, sin embargo, ha sido percibida como insuficiente para calmar las inquietudes en el mercado financiero, especialmente frente a los daños comerciales provocados por su propia política.
Analistas advierten que esta política comercial podría acercar más a países aliados hacia China, la segunda economía global, que gradualmente mejora sus productos y competitividad. Aunque todavía China no alcanza plenamente la calidad estadounidense, la brecha podría reducirse significativamente con estas tensiones comerciales prolongadas.
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Inversionistas y economistas coinciden en que la estrategia proteccionista podría impactar negativamente en el largo plazo, al provocar una reducción en las ventas internacionales y afectar las ganancias corporativas. Este panorama genera incertidumbre y cuestiona la sostenibilidad del actual enfoque comercial estadounidense.
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