Aunque tiene menos de 1,000 habitantes y solo 44 hectáreas de extensión, el Vaticano es una de las entidades más influyentes y mejor financiadas del mundo. Con un patrimonio neto conocido que supera los 1,000 millones de dólares, su economía se sostiene en una compleja red de donaciones, bienes raíces e inversiones que reflejan siglos de acumulación histórica.
Una economía pequeña en tamaño, pero vasta en activos
Según datos recientes de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el Vaticano administra activos financieros e inmobiliarios cuyo valor ronda los 1,000 millones de dólares. Esta cifra excluye el patrimonio artístico, que incluye obras maestras invaluables y no comercializables como las de Miguel Ángel y Rafael.
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El Producto Interno Bruto (PIB) nominal del Vaticano es de aproximadamente 19.9 millones de dólares, una cifra que sorprende por el tamaño de la población. Sin embargo, su impacto económico trasciende sus fronteras.
Fuentes principales de ingresos del Vaticano
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Donaciones de fieles:
El Óbolo de San Pedro —recolecta global promovida por el Papa— ha recaudado hasta 77 millones de dólares en años pico, con un promedio de 48 millones anuales en la última década. -
Bienes raíces e inversiones:
El Vaticano posee más de 5,000 propiedades (92% en Italia), de las cuales cerca del 20% están alquiladas, generando 84 millones de dólares en ingresos operativos y hasta 40 millones en beneficios netos por año. -
Turismo y comercio:
Los Museos Vaticanos generan ganancias significativas, con entradas a partir de 24 dólares por persona. También obtiene ingresos por tiendas, farmacias, venta de monedas, sellos y libros religiosos. -
Otros apoyos financieros:
Recibe subsidios del Estado italiano, incluyendo agua gratuita y exenciones fiscales, que complementan su estructura operativa.
Un origen imperial y milenario
La base de la riqueza del Vaticano se consolidó en el siglo IV con las donaciones del emperador Constantino, quien otorgó tierras, palacios y metales preciosos tras oficializar el cristianismo. Con el paso de los siglos, papas, reyes, nobles y creyentes han nutrido el patrimonio eclesiástico, convirtiendo a la Iglesia Católica en uno de los mayores propietarios de tierras del mundo, con estimaciones de entre 71 y 81 millones de hectáreas a nivel global.
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