El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una nueva orden ejecutiva que duplica los aranceles al acero y aluminio, elevándolos del 25% al 50%, a partir del miércoles 4 de junio de 2025. Esta decisión impacta directamente a los principales socios comerciales del país, como Canadá, Brasil, México y Argentina, y busca reforzar la producción nacional de estos metales clave para sectores industriales.
Trump duplica aranceles al acero y aluminio invocando la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, una disposición que autoriza restricciones comerciales por motivos de seguridad nacional. Según la Casa Blanca, la sobreoferta global y los bajos precios de los competidores extranjeros han dañado de forma persistente la competitividad de los productores estadounidenses.
Entre los países más afectados por esta decisión se encuentra Canadá, principal proveedor de acero a Estados Unidos, seguido por Brasil y México. En cuanto al aluminio, Argentina figura como uno de los mayores exportadores al mercado norteamericano. Sin embargo, el Reino Unido ha sido excluido de la medida y mantendrá el arancel en 25%, gracias a un acuerdo comercial provisional recientemente renovado.
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La medida ha generado reacciones mixtas. En sectores industriales, se reconoce la intención de proteger empleos y plantas manufactureras. No obstante, analistas y empresarios advierten que el aumento del 50% en los aranceles podría encarecer la materia prima para sectores clave como la construcción, la automoción y la fabricación de maquinaria pesada.
También existe preocupación sobre posibles represalias comerciales. Varios gobiernos afectados están evaluando medidas de respuesta ante lo que consideran una decisión unilateral que podría alterar los flujos comerciales bilaterales.
Expertos en comercio internacional señalan que duplicar los aranceles al acero y aluminio podría tensar aún más el sistema multilateral, afectando la estabilidad de cadenas de suministro ya presionadas por conflictos geopolíticos y cambios en políticas industriales.
La decisión de Trump se inscribe en una línea de política económica centrada en el fortalecimiento de la producción nacional y en la disminución de la dependencia de bienes estratégicos provenientes del exterior. Este enfoque ha sido respaldado por sectores nacionalistas, aunque ha encendido alertas entre aliados comerciales y organismos multilaterales.
Queda por ver si esta medida impulsará realmente a la industria estadounidense o si, por el contrario, terminará trasladando el costo a los consumidores y deteriorando las relaciones internacionales en materia comercial.
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