Damasco, Siria – Bashar al-Assad huyó a Moscú en medio del colapso de su régimen, dejando a Siria en una profunda incertidumbre. La caída del mandatario, tras más de 13 años de resistencia ante el levantamiento popular y la intervención de actores internacionales, desata ahora una nueva etapa en la historia del país, marcada por saqueos, celebraciones populares y el temor a un vacío de poder.
También leer: Tensión en Medio Oriente: Estados Unidos y Israel Refuerzan Preparativos Ante Amenazas de Irán
El levantamiento insurgente liderado por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) precipitó los acontecimientos. Las fuerzas rebeldes lograron controlar ciudades clave como Alepo, Hama y Homs, antes de avanzar hacia Damasco. El domingo, el régimen de Assad fue declarado oficialmente caído tras la captura de la estación de televisión estatal.
Un régimen en aislamiento
La familia Assad gobernó Siria durante más de 50 años, pero los últimos días dejaron claro que sus aliados ya no estaban dispuestos a sostenerlo. Rusia, que intervino en 2015 para salvar al régimen, le ofreció refugio pero se abstuvo de intervenir militarmente. Por su parte, Irán, otro aliado crucial, se distanció, responsabilizando a Assad de su caída.
En contraste, la comunidad internacional expresa preocupación por el vacío de poder y la posible fragmentación del país. Figuras como Anwar Gargash, asesor presidencial de los Emiratos Árabes Unidos, advirtieron sobre el riesgo de una “espiral de caos y violencia” que podría extenderse a toda la región.
Un país dividido
Siria ya estaba dividida en enclaves antes de la caída de Assad. Ahora, la lucha por el control territorial podría intensificarse entre grupos rebeldes, milicias kurdas y otras facciones. Además, Rusia e Irán, que han mantenido presencia militar en Siria, enfrentan desafíos para proteger sus intereses en un contexto de mayor inestabilidad.
También leer: Presidente de Corea del Sur se Disculpa y Promete Que no Habrá Otra Ley Marcial
Turquía, que alberga a millones de refugiados sirios, busca aprovechar esta transición para impulsar la repatriación de desplazados. Según el ministro de Asuntos Exteriores turco, Hakan Fidan, es fundamental trabajar con actores regionales e internacionales para garantizar una transición pacífica.
Las cicatrices del conflicto
El costo humano y económico de más de una década de conflicto es devastador. Entre 300,000 y 500,000 personas han muerto, y millones han sido desplazadas. La economía de Siria, que en 2010 alcanzaba los US$60,000 millones, se redujo a la mitad, según el Banco Mundial. Además, el índice de desarrollo humano retrocedió 35 años, reflejando el deterioro en servicios de educación y salud.
Mientras tanto, se reportaron saqueos en Damasco y la quema de edificios gubernamentales tras el anuncio de la caída del régimen. Las divisiones entre facciones y el riesgo de luchas internas amenazan con prolongar la inestabilidad.
Perspectivas internacionales
Israel, preocupado por posibles amenazas estratégicas, anunció operaciones en la frontera siria para eliminar arsenales de armas químicas y misiles. Por otro lado, Estados Unidos, bajo el liderazgo del presidente electo Donald Trump, dejó claro que no intervendrá directamente en la transición siria.
“La euforia inicial puede generar unidad, pero tras más de una década de conflicto, el camino por delante es incierto”, señaló Charles Lister, investigador del Instituto de Medio Oriente.
La transición en Siria marcará no solo el fin de una era, sino también el inicio de una lucha por redefinir el futuro de un país devastado por la guerra.
Diario Financiero - El periódico de la gente informada