El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) ha recibido un desembolso inicial de US$7.2 millones por parte del Fondo Verde del Clima (FVC), con el objetivo de implementar el Programa “Adaptación basada en ecosistemas para incrementar la resiliencia climática en el Corredor Seco Centroamericano y las Zonas Áridas de la República Dominicana”. Este programa está diseñado para enfrentar los crecientes desafíos del cambio climático en una de las regiones más vulnerables de América Latina.
Este primer desembolso es parte de una asignación total que asciende a US$174.3 millones del FVC al BCIE, los cuales estarán destinados a facilitar la adaptación climática en las zonas afectadas. La operación no solo contempla la inyección de recursos no reembolsables, sino que también desplegará un mecanismo financiero que permitirá el acceso a recursos reembolsables para fomentar el desarrollo sostenible en estas áreas.
Un impulso necesario en un contexto de crisis climática
El Corredor Seco Centroamericano y las zonas áridas de la República Dominicana enfrentan una combinación letal de sequías persistentes, eventos climáticos extremos y degradación acelerada del suelo. Esta situación no solo pone en riesgo la biodiversidad y los ecosistemas locales, sino que también amenaza los medios de vida de las comunidades que dependen de los recursos naturales para su subsistencia.
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En este sentido, el programa del BCIE, que promueve la Adaptación basada en Ecosistemas (AbE), busca mitigar estos efectos mediante la gestión sostenible de la tierra y los recursos hídricos. El enfoque en la diversificación de medios de vida no solo responde a las demandas de adaptación climática, sino que también alinea estos esfuerzos con los objetivos de desarrollo sostenible a largo plazo.
Perspectiva
Uno de los aspectos clave de esta iniciativa es el fomento de prácticas agrícolas resilientes que no solo sean capaces de soportar las fluctuaciones climáticas, sino que también impulsen la seguridad alimentaria en la región. Las soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de suelos y la conservación de cuencas hidrográficas, se perfilan como elementos centrales para garantizar la sostenibilidad del programa.
Sin embargo, el reto más grande sigue siendo garantizar la correcta implementación y la transparencia en el uso de los recursos financieros. A medida que se despliegan estos fondos, será crucial que las comunidades afectadas participen activamente en la toma de decisiones y que se generen mecanismos de monitoreo y evaluación para asegurar el impacto a largo plazo.
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