El Premio Nobel de Economía 2024 ha sido otorgado a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson por su análisis del impacto de las instituciones en la prosperidad de las naciones.
El Comité Nobel de la Real Academia Sueca de las Ciencias ha reconocido a los economistas Daron Acemoglu, de origen turco-estadounidense, y a los británico-estadounidenses Simon Johnson y James Robinson por sus investigaciones sobre la relación entre las instituciones y la desigualdad económica. Estos estudios han ofrecido una comprensión profunda de cómo las estructuras sociales y políticas influyen en el desarrollo económico de los países, destacando la importancia de la calidad institucional en la creación de riqueza.
Según el comunicado oficial del Comité, el premio se concede «por sus estudios sobre cómo las instituciones se forman y afectan a la prosperidad», un tema central para comprender las enormes diferencias en los niveles de riqueza entre las naciones. Acemoglu y Johnson trabajan en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), mientras que Robinson realiza sus investigaciones en la Universidad de Chicago.
La importancia de las instituciones en la prosperidad
El análisis de estos economistas destaca que los países con un Estado de Derecho débil y con instituciones que favorecen la explotación de la población tienen menos probabilidades de generar crecimiento económico sostenible. Este trabajo es crucial para entender por qué algunos países avanzan hacia la prosperidad, mientras que otros permanecen estancados. El Presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas, Jakob Svensson, destacó la relevancia de estas investigaciones al señalar que “reducir las enormes diferencias de renta entre países es uno de los mayores retos de nuestro tiempo”. Las conclusiones de Acemoglu, Johnson y Robinson han permitido una comprensión mucho más profunda de las causas subyacentes del éxito o fracaso económico de los países.
Una de las obras más influyentes de los galardonados es el libro «Por qué fracasan los países: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza», publicado en 2013. Este texto se ha convertido en una referencia clave para académicos y responsables políticos, al ofrecer una explicación basada en el rol de las instituciones en el desarrollo económico. Los autores sostienen que las instituciones inclusivas, que fomentan la participación política y económica, son esenciales para el crecimiento, mientras que las instituciones extractivas, que concentran el poder y la riqueza en manos de unos pocos, son responsables de los problemas económicos de muchos países en desarrollo.
Un reconocimiento esperado pero sorpresivo
Daron Acemoglu, contactado en Atenas, Grecia, donde se encontraba para participar en una conferencia, expresó su sorpresa al recibir la noticia del premio. “Nunca te esperas algo así”, comentó. A pesar de su sorpresa, este reconocimiento llega después de décadas de trabajo sobre los factores que determinan el éxito o el fracaso de las naciones, una investigación que ha ganado una atención significativa tanto en el ámbito académico como en el político.
El Premio Nobel de Economía, conocido formalmente como el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, fue establecido por el Banco Central de Suecia en 1968, en homenaje a Alfred Nobel, inventor de la dinamita y creador de los cinco premios originales. El premio de economía ha sido históricamente motivo de debate entre los puristas del Nobel, ya que no fue uno de los premios originales establecidos por Nobel en su testamento. Sin embargo, su prestigio ha crecido con el tiempo, y ahora es considerado uno de los galardones más importantes en el campo de las ciencias económicas.
Impacto del trabajo en la comprensión global de la desigualdad
El trabajo de Acemoglu, Johnson y Robinson ha sido fundamental para repensar las estrategias de desarrollo económico. Sus investigaciones sugieren que la transformación de las instituciones es clave para que los países en desarrollo logren prosperidad a largo plazo. En un mundo donde la desigualdad sigue siendo uno de los principales desafíos, sus estudios ofrecen una guía valiosa para los responsables de políticas que buscan reducir las brechas de riqueza entre países y dentro de ellos.
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