El presidente de Rusia, Vladímir Putin, expresó su apoyo inicial al alto el fuego de 30 días en Ucrania planteado por Estados Unidos, pero aclaró que la propuesta todavía debe superar serios obstáculos antes de hacerse efectiva. Durante una reciente conferencia de prensa, Putin calificó la iniciativa como “correcta”, pero rápidamente señaló la existencia de varias condiciones clave que, según Moscú, deben cumplirse antes de dar luz verde a un cese definitivo de las hostilidades.
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Entre las principales advertencias mencionadas por el mandatario ruso figura la necesidad de establecer mecanismos efectivos para garantizar el cumplimiento de cualquier acuerdo. Enfatizó especialmente que Rusia no aceptará un alto el fuego sin garantías claras sobre la vigilancia del mismo, destacando que “no se puede permitir que Ucrania aproveche este periodo para rearmarse o reorganizar sus fuerzas”.
Putin insistió además en que la raíz del conflicto va más allá de un simple enfrentamiento militar. Según el líder ruso, la crisis actual “es consecuencia directa de las acciones tomadas por Ucrania en los últimos años”, argumento que vuelve a colocar la responsabilidad sobre Kiev, y que podría dificultar aún más un acuerdo consensuado con Occidente.
Otro aspecto fundamental planteado por Putin fue la situación específica de las tropas ucranianas que, de acuerdo con Moscú, están completamente rodeadas en una zona estratégica cercana a la región rusa de Kursk. Putin puso énfasis en que cualquier acuerdo de alto el fuego debería aclarar “cómo se gestionará la rendición y el desarme de estas tropas“. Dejar este asunto sin resolver podría convertirse, según sus palabras, en un obstáculo insalvable.
La propuesta inicial del alto el fuego temporal vino por parte de Estados Unidos, quien ha buscado reducir la tensión en Ucrania y ofrecer un marco inicial para negociar una solución diplomática. Aunque la reacción positiva inicial de Rusia fue interpretada como una señal alentadora, las posteriores declaraciones de Putin dejan en claro que las negociaciones aún están lejos de concretarse.
Además, el presidente ruso mencionó explícitamente la situación en la estratégica región rusa de Kursk como un tema crítico. Allí, aseguró, hay tropas ucranianas aisladas y sin capacidad operativa real. Moscú plantea esta cuestión no solo como una exigencia militar, sino como una señal política sobre la seriedad de sus condiciones.
Por otro lado, Putin reconoció de forma implícita la influencia diplomática de Washington en la crisis, al admitir que Estados Unidos parecía estar comprometido genuinamente con lograr una pausa efectiva. Sin embargo, el mandatario ruso no desaprovechó la oportunidad para alertar que la implementación del alto el fuego debe ser meticulosamente acordada, para evitar que se convierta en un nuevo motivo de recrudecimiento de las tensiones a corto plazo.
A pesar del tono cauteloso de su mensaje, Putin cerró la intervención con una señal moderadamente positiva, reconociendo la disposición inicial de Estados Unidos para negociar. Esto podría indicar que, aunque la tregua de 30 días enfrenta obstáculos importantes, aún existe una ventana de diálogo abierta.
En los próximos días, las negociaciones diplomáticas entre Washington y Moscú serán cruciales para definir si la propuesta puede avanzar o, por el contrario, terminará en otro intento frustrado de poner fin temporal a la guerra en Ucrania.
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