En un resort de lujo en Puglia, entre olivos y piscinas, los líderes enfrentan sentimientos anti-gobernantes que crean riesgos elevados para la geopolítica global. Pocas veces la reunión anual de las principales economías del mundo se ha visto tan eclipsada por las vulnerabilidades políticas de casi todos sus miembros. Esto plantea dudas sobre la efectividad del «comité directivo del mundo libre», como lo llaman los asesores del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en medio de la ira y descontento de sus propias poblaciones.
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La cumbre del G7 se celebra menos de una semana después de que los partidos de extrema derecha dominaran las elecciones al Parlamento Europeo y antes de votaciones críticas en Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Este contexto resalta una ansiedad persistente sobre un resurgimiento populista.
En una reciente cena de estado en el Palacio del Eliseo en París, los legisladores franceses expresaron sus temores sobre una posible victoria de Donald Trump. Esto fue un día antes de que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, sufriera grandes pérdidas ante la extrema derecha, lo que lo llevó a disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones anticipadas.
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Las preocupaciones sobre la migración y la defensa de Ucrania impulsan el giro hacia la derecha, temas centrales para el G7 desde que Biden se unió al grupo en 2021. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, asistirá a la cumbre y convocará una conferencia de prensa conjunta con Biden. Los líderes están bajo presión para encontrar formas de revertir el impulso en el campo de batalla tras los retrasos en el apoyo estadounidense.
Antes de la cumbre, los diplomáticos estaban ultimando planes para prestar a Ucrania decenas de miles de millones de dólares para reconstruir su devastada infraestructura, financiados con intereses de activos rusos congelados. Además, Biden planea presentar un nuevo pacto de seguridad bilateral con Ucrania.
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El espectro de un cambio de liderazgo en Estados Unidos y más allá es el incómodo telón de fondo de la reunión del G7 de este año, otorgando un grado de urgencia a su trabajo. «Este no es un G7 normal», dijo Josh Lipsky, director senior del Centro de GeoEconomía del Atlantic Council. La inestabilidad política global añade presión para que se logren acuerdos significativos en esta cumbre.
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, parece ser la líder más estable políticamente en esta cumbre. Aunque Biden, que alguna vez fue escéptico de Meloni, ha encontrado en ella una aliada en Ucrania. Sin embargo, divergen en otros temas, dado que Meloni ha sido comparada con Trump y se dirigió a la Conferencia de Acción Política Conservadora en 2022.
Líderes de otros países del G7, como Francia y Alemania, enfrentan circunstancias políticas desafiantes. Macron enfrenta elecciones parlamentarias que podrían afectar gravemente su capacidad de gobernar. En Reino Unido, el primer ministro Rishi Sunak enfrenta elecciones en las que se espera que su partido pierda el poder. El canadiense Justin Trudeautambién enfrenta baja popularidad y se esperan elecciones generales el próximo año.
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En resumen, la cumbre del G7 de este año se desarrolla en un contexto de alta vulnerabilidad política para sus miembros, lo que podría limitar su capacidad de tomar decisiones efectivas en la geopolítica global.
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