Ucrania cerró oficialmente el tránsito de gas ruso hacia Europa el miércoles, un movimiento estratégico que marca el fin de un acuerdo que permanecía activo a pesar del conflicto entre ambas naciones. Esta decisión, anunciada por el ministro de Energía ucraniano, Herman Halushchenko, se justifica bajo el “interés de la seguridad nacional” y tiene profundas implicaciones para la región.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, había anticipado en Bruselas que Kiev no permitiría que Rusia siguiera obteniendo beneficios económicos utilizando su infraestructura. Este cierre al tránsito de gas es considerado por muchos como un acto de desafío contra el Kremlin y su influencia económica en Europa.
Un golpe a la dependencia europea del gas ruso
Antes de la invasión rusa en 2022, alrededor del 40% del gas natural de la Unión Europea provenía de Rusia. Con el tiempo, las sanciones y el desmantelamiento de infraestructuras clave, como el gasoducto del Báltico afectado por un sabotaje, redujeron esta dependencia al 8%. El corte total del flujo de gas a través de Ucrania agrava la situación para países como Moldavia, Austria y Eslovaquia, aunque algunos han logrado diversificar sus fuentes de energía.
En el caso de Moldavia, que depende significativamente del gas ruso para afrontar los inviernos, el panorama es sombrío. Gazprom ha amenazado con cortar el suministro al país a partir de enero, alegando una deuda de 709 millones de dólares. Moldavia rechaza esta cifra y ha implementado medidas de emergencia para mitigar la crisis.
Alternativas y consecuencias
Europa ha buscado alternativas al gas ruso, con Estados Unidos y Noruega liderando como principales proveedores de gas natural licuado. Además, países como Eslovaquia han comenzado a recibir gas de Azerbaiyán y Estados Unidos, mientras que Alemania ha invertido en terminales flotantes para recibir gas importado por mar.
Sin embargo, esta transición no ha sido sencilla. Los precios del gas alcanzaron máximos históricos en 2022, forzando a los hogares y empresas europeas a reducir el consumo y buscar fuentes de energía renovable. A pesar de estos esfuerzos, países como Turquía, Serbia y Hungría continúan recibiendo gas ruso a través del ducto TurkStream, evitando la ruta ucraniana.
Una victoria simbólica para Ucrania
El ministro de Exteriores de Polonia, Radek Sikorski, calificó la decisión de Ucrania como una “victoria” para Europa del Este en su lucha contra la manipulación energética rusa. La medida es vista como un paso hacia la independencia energética europea y una estrategia que debilita aún más la economía rusa en medio de la guerra.
No obstante, Moscú aún conserva la capacidad de exportar gas a mercados estratégicos como Turquía y algunos países no pertenecientes a la UE. Este hecho subraya que, aunque la influencia rusa en Europa se ha reducido, no ha sido completamente eliminada.
Ataque a Kiev en Año Nuevo
Paralelamente, la situación en Ucrania sigue siendo crítica. Durante la noche de Año Nuevo, Rusia lanzó un ataque con drones sobre Kiev, dejando dos muertos y al menos seis heridos. Este ataque resalta la intensificación del conflicto en momentos en que Ucrania busca mantener la resistencia en múltiples frentes.
El gas natural, que tradicionalmente ha sido una herramienta de influencia geopolítica para Rusia, enfrenta ahora un desafío sin precedentes. La decisión de Ucrania de detener el tránsito de gas refuerza su postura en la guerra y abre un nuevo capítulo en la crisis energética europea.
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