El retorno de Donald Trump a la presidencia, derrotando a Kamala Harris, marca un momento histórico en la política estadounidense y representa un giro en las prioridades del país. Tras haber ganado su primer mandato en 2016 como el presidente número 45, Trump ahora ocupa nuevamente el cargo, convirtiéndose en el presidente número 47. Es solo el segundo candidato en la historia de EE. UU. en lograr mandatos no consecutivos en la Casa Blanca, un logro que refuerza su posición como una figura política única e influyente.
La victoria de Trump se consolidó al aprovechar los temas que más inquietan a la población: el costo de vida y la inmigración ilegal. Ambos temas han sido particularmente relevantes en las áreas rurales y en las zonas más afectadas por la crisis económica. Durante su campaña, Trump recurrió constantemente a preguntar a los votantes si estaban mejor bajo su primera administración, un mensaje que resonó entre quienes experimentaron dificultades económicas en los últimos años.
A diferencia de las elecciones anteriores, Trump obtuvo un mayor apoyo entre los votantes de clase trabajadora, una base que fue crucial para su éxito en los estados clave como Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania y Wisconsin. Según una encuesta de AP VoteCast, que encuestó a más de 120,000 votantes, Trump recibió el apoyo del 55% de los votantes sin título universitario, lo que representa un aumento respecto al 51% que obtuvo en 2020 contra Biden. Este respaldo masivo reforzó su ventaja en los llamados estados «campo de batalla», asegurando su retorno a la Casa Blanca.
En contraste, Harris enfrentó una ardua batalla tratando de unificar la diversa coalición que llevó a Biden al poder en 2020. Las encuestas reflejaron una percepción negativa sobre la economía bajo la administración de Biden, lo que dificultó que Harris pudiera destacar sus propias propuestas. Además, la edad y la percepción de una salud mental debilitada de Biden, que tiene 81 años, se convirtieron en un tema central tras su actuación en un debate con Trump el 27 de junio, lo que afectó su credibilidad y eventualmente lo llevó a ceder la candidatura a Harris.
Trump, a sus 78 años, también ha hecho historia al convertirse en el presidente más anciano en asumir el cargo, rompiendo el récord de Biden. Este hecho resalta la longevidad política de Trump y su capacidad para adaptarse a un electorado que, aunque dividido, busca soluciones ante los problemas económicos y de seguridad nacional que afectan al país. En sus discursos de campaña, Trump se comprometió a tomar medidas decisivas para fortalecer la economía interna y enfrentar la crisis migratoria, temas que seguramente marcarán la agenda política en los próximos años.
La victoria de Trump también refuerza su postura en temas como el gasto militar, la reestructuración de acuerdos comerciales y la revisión de las políticas ambientales. Estas promesas de campaña han generado expectativa sobre un posible cambio en las relaciones de EE. UU. con el mundo, ya que Trump ha sido un crítico constante de las políticas de globalización y ha abogado por una postura más proteccionista.
Harris, quien aspiraba a convertirse en la primera mujer en ocupar la Casa Blanca, tuvo una campaña particularmente desafiante. A pesar de algunos éxitos iniciales en las encuestas tras asumir la nominación, no logró distanciarse de la administración Biden en la percepción pública. La economía, la seguridad y la inmigración fueron temas que Harris no pudo capitalizar de manera efectiva, permitiendo que Trump dominara el discurso público y captara el apoyo de sectores que se sienten marginados por el establishment político.
La victoria de Trump, aclamada por sus seguidores como una «reivindicación», seguramente influirá en la relación de Estados Unidos con sus aliados y en la manera en que el país aborda temas de interés global como el cambio climático, la inmigración y el comercio. Trump se ha comprometido a revisar acuerdos comerciales y a fortalecer la economía interna mediante políticas que favorezcan la creación de empleo en el país, lo que podría alterar la dinámica económica internacional.
Este triunfo no solo redefine el papel de Trump como un actor histórico en la política estadounidense, sino que plantea nuevos desafíos para el país, que deberá enfrentar profundas divisiones internas. Con su regreso, los desafíos tanto nacionales como internacionales se intensifican, y el papel de EE. UU. en el mundo podría experimentar transformaciones profundas en los próximos años. Su administración, sin duda, tendrá repercusiones que marcarán el rumbo de la política estadounidense por décadas.
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