Desde que la República Dominicana adoptó una estrategia de política monetaria basada en metas de inflación en 2012, el país ha experimentado un crecimiento económico robusto, con una tasa promedio anual del 5.0% y una inflación en torno al 4.0%, su objetivo establecido. Este desempeño ha contribuido a consolidar la confianza de los inversionistas, lo que ha resultado en una disminución sostenida del riesgo país y un aumento significativo de la inversión extranjera directa (IED).
El reconocimiento de estos logros por parte de las principales calificadoras de riesgo es evidente. En 2022, Standard and Poor’s (S&P) otorgó una calificación BB con perspectiva estable a la deuda soberana del país, situándola apenas dos escalones por debajo del grado de inversión. Un año más tarde, Moody’s mejoró la perspectiva de la deuda dominicana de estable a positiva, destacando los avances en indicadores clave como reservas internacionales, inflación y expectativas de crecimiento.
El grado de inversión es una meta crucial para cualquier país, ya que permite acceder a financiamiento internacional en condiciones más favorables, lo que facilita la gestión de las finanzas públicas y mejora la sostenibilidad de la deuda. Para la República Dominicana, alcanzar esta calificación significaría no solo un reconocimiento de su estabilidad económica, sino también la posibilidad de obtener recursos a menores costos para financiar proyectos de desarrollo.
Avances y Desafíos Pendientes
El camino hacia el grado de inversión ha sido allanado por varios factores. En primer lugar, la estrategia de metas de inflación implementada por el Banco Central ha logrado estabilizar los precios y reducir la volatilidad inflacionaria. Además, el país ha mostrado una notable capacidad de recuperación frente a choques externos, como la pandemia, manteniendo un crecimiento constante en sus reservas internacionales, las cuales alcanzaron los US$15,297.8 millones a julio de 2024.
Otro aspecto destacado es la solidez de la inversión extranjera directa. En 2023, la IED alcanzó US$4,390 millones, y se espera que para 2024 supere los US$4,500 millones, situando a la República Dominicana como líder en la región centroamericana.
Sin embargo, alcanzar el grado de inversión requiere continuar con reformas clave. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y JP Morgan han señalado la necesidad de una reforma fiscal integral que incremente los ingresos tributarios y mejore la eficiencia del sector eléctrico, así como una mayor institucionalización y fortalecimiento de la gobernanza. Estas medidas son esenciales para mejorar aún más la percepción de riesgo y facilitar el ascenso hacia el grado de inversión.
Perspectivas Futuras
La percepción de los mercados internacionales ya refleja una disminución del riesgo asociado a la deuda soberana dominicana. El índice EMBI, que mide el diferencial de tasas entre los bonos dominicanos y los bonos del Tesoro de Estados Unidos, ha mostrado una tendencia a la baja, situándose incluso por debajo de países como México y Colombia, que ya cuentan con grado de inversión.
Este comportamiento sugiere que los inversionistas perciben la economía dominicana como menos riesgosa que la evaluación otorgada por las calificadoras de crédito, lo que podría acelerar el reconocimiento formal de un grado de inversión en el mediano plazo, especialmente si se implementan las reformas necesarias.
La República Dominicana está bien posicionada para alcanzar el grado de inversión, un objetivo que podría materializarse con la implementación de reformas estructurales y el mantenimiento de políticas macroeconómicas sólidas. Este logro no solo reduciría los costos de financiamiento, sino que también podría catalizar un mayor flujo de inversión extranjera, impulsando el desarrollo económico y social del país.
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