El 7 de octubre de 2023 marcó un antes y un después en la seguridad israelí. Un ataque coordinado por Hamás desde Gaza dejó más de 1,200 muertos y cerca de 250 rehenes. Desde entonces, el gobierno de Israel ha justificado una ofensiva total con dos objetivos declarados: eliminar a Hamás y recuperar a los secuestrados. Pero las implicaciones de esta decisión van más allá del campo de batalla.
Israel sostiene que el control total de la Franja de Gaza es esencial para cumplir dos metas principales. La primera, erradicar a Hamás, grupo islamista que domina Gaza desde 2007 y que fue responsable del sangriento ataque del 7 de octubre de 2023. La segunda, liberar a los rehenes israelíes que siguen en poder de Hamás.
El primer ministro Benjamin Netanyahu ha reiterado que, mientras Hamás conserve poder en Gaza, la amenaza a la seguridad nacional israelí seguirá latente. A su juicio, la única vía para garantizar estabilidad es asumir el control operativo y estratégico de todo el enclave costero.

Además, Israel considera que tener control directo le permitiría impedir que la ayuda humanitaria sea desviada a fines militares por parte de Hamás. Argumentan que alimentos, medicinas y recursos internacionales podrían alimentar la infraestructura bélica del grupo si no se supervisa su distribución.
El conflicto actual comenzó con un ataque sorpresa que incluyó lanzamientos masivos de cohetes y la infiltración de comandos armados. La magnitud de la ofensiva llevó a Israel a declarar estado de guerra, desplegando bombardeos e incursiones terrestres que, hasta la fecha, han intensificado la tensión en toda la región.
La prolongación del conflicto se explica por varios factores:
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La capacidad de resistencia de Hamás, que aún mantiene redes de túneles y estructuras de combate en Gaza.
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Una crisis humanitaria severa, resultado del bloqueo y los bombardeos, que ha dejado sin recursos básicos a gran parte de la población gazatí.
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La presión diplomática internacional, que limita las maniobras militares israelíes, especialmente ante la posibilidad de perder el respaldo de aliados clave como Estados Unidos o la Unión Europea.
El escenario sigue siendo incierto. La ofensiva militar continúa mientras la presión global aumenta y las consecuencias humanitarias se agravan. El objetivo declarado de Israel es claro, pero el camino hacia su consecución está lleno de dilemas éticos, legales y geopolíticos.
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