La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha lanzado una advertencia urgente ante la inminente llegada de uno de los fenómenos climáticos más severos del año: La Niña. Según la FAO, este evento, caracterizado por el enfriamiento de las aguas del Pacífico central y oriental, presenta una amenaza considerable para la seguridad alimentaria a nivel mundial, lo que ha llevado a la elaboración de un “Plan de Acción Anticipatoria” destinado a mitigar los posibles impactos devastadores de este fenómeno climático.
¿Qué es La Niña y cómo afecta al clima?
La Niña es un evento meteorológico cíclico que ocurre cada 2 a 7 años, durando entre 9 y 12 meses. Se caracteriza por el enfriamiento de las aguas superficiales del océano Pacífico en las zonas central y oriental, lo que altera los patrones climáticos a nivel global. Este fenómeno puede traer consigo lluvias intensas y prolongadas en algunas regiones, mientras que otras enfrentan sequías extremas.
El impacto de La Niña no es uniforme; su efecto depende de la ubicación geográfica y las condiciones climáticas preexistentes. Por ejemplo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) anticipa que, durante la segunda mitad de este año, La Niña podría ocasionar precipitaciones por encima de la media en América Central, el Caribe, el norte del Cuerno de África, el Sahel, y en partes de Asia, como Indonesia, Malasia y Filipinas. Por otro lado, las zonas que ya sufren de sequías podrían ver empeorar sus condiciones, afectando especialmente a regiones del sur de África.
Impactos sobre la seguridad alimentaria global
Uno de los mayores riesgos asociados a La Niña es su impacto directo sobre la agricultura y, por ende, la seguridad alimentaria. La FAO ha advertido que las comunidades agrícolas, en particular en áreas rurales vulnerables, enfrentarán dificultades significativas para mantener sus medios de vida. La combinación de sequías y lluvias torrenciales podría dañar cultivos, interrumpir la producción de alimentos y aumentar la inseguridad alimentaria en millones de personas en todo el mundo.
Este escenario es aún más preocupante si se considera que, en los últimos años, el cambio climático ha intensificado la frecuencia y la severidad de fenómenos climáticos extremos, tanto de La Niña como de su contraparte, El Niño. El último episodio de La Niña, que se prolongó durante tres años (2020-2023), demostró la gravedad de sus efectos. Sin embargo, a pesar de su prolongación, no logró revertir la tendencia general al aumento de temperaturas globales, que ha hecho que los últimos nueve años sean los más cálidos registrados.
Un plan para anticiparse a la crisis
Para afrontar esta amenaza, la FAO ha presentado un enfoque doble que busca actuar antes de que los choques climáticos afecten a las comunidades más vulnerables. El Plan de Acción Anticipatoria propuesto por la organización detalla una serie de intervenciones diseñadas para proteger a las poblaciones en riesgo y proporcionarles asistencia antes de que se manifiesten las consecuencias más graves de La Niña. El objetivo es salvaguardar los medios de vida rurales y minimizar las pérdidas en la producción agrícola.
Este plan no solo prevé medidas preventivas, sino que también contempla la reasignación adaptativa de recursos a medida que evolucionan las condiciones. En otras palabras, el enfoque de la FAO es flexible y permite que los recursos se destinen a las áreas que más los necesiten en función de los cambios en los patrones climáticos.
La incertidumbre sobre el futuro
Aunque las previsiones actuales apuntan a que La Niña afectará a diversas regiones del planeta, los expertos aún no están seguros de la magnitud exacta de sus impactos ni de la duración del fenómeno. Esto genera incertidumbre sobre cómo y cuándo las comunidades afectadas comenzarán a sentir sus efectos.
Lo que está claro es que tanto La Niña como El Niño seguirán desempeñando un papel crucial en la configuración del clima mundial en los próximos años, exacerbando las desigualdades en términos de seguridad alimentaria y exposición a fenómenos meteorológicos extremos. Las medidas anticipatorias, como las propuestas por la FAO, son esenciales para reducir las vulnerabilidades de las poblaciones más expuestas y proteger los recursos que sustentan su bienestar.
En un mundo cada vez más afectado por los cambios climáticos, la capacidad de prever, adaptarse y responder a fenómenos como La Niña será clave para garantizar la seguridad y el sustento de millones de personas.
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