La reciente confiscación de una aeronave oficial del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha intensificado las tensiones diplomáticas entre Venezuela y República Dominicana. En un acto televisado, Maduro no dudó en señalar directamente a su homólogo dominicano, Luis Abinader, calificándolo de “bandido” y “ladrón” tras el operativo en el que el avión Dassault Falcon 900EX fue incautado en suelo dominicano y transferido a Estados Unidos.
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El 2 de septiembre, el Departamento de Justicia de los EE.UU. confirmó la confiscación de la aeronave, valorada en 13 millones de dólares, y vinculada a supuestas violaciones de las sanciones impuestas a Venezuela. El fiscal general estadounidense, Merrick B. Garland, destacó que el avión había sido adquirido de manera ilegal a través de una empresa fantasma y utilizado por el círculo cercano de Maduro.
Maduro, visiblemente molesto, insinuó que le habría gustado asistir al debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump en Estados Unidos, pero que le fue imposible debido a la pérdida del avión. “El ladrón del presidente de República Dominicana, Luis Abinader, me dejó sin avión”, afirmó. A su vez, expresó su confianza en que el “pueblo de Dominicana le pasará su cuenta en su momento”, sugiriendo futuras repercusiones políticas para Abinader.
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Este hecho no solo tiene implicaciones diplomáticas, sino también económicas, ya que destaca el creciente escrutinio internacional sobre las acciones de gobiernos sancionados. La confiscación del avión forma parte de una estrategia más amplia de Estados Unidos para ejercer presión sobre Venezuela a través de la imposición de sanciones a individuos y activos vinculados al régimen de Maduro.
El gobierno venezolano, por su parte, ha manifestado que se reserva el derecho de tomar acciones legales para “reparar” el daño causado por la confiscación del avión, lo que podría derivar en futuras demandas y acciones en tribunales internacionales. Este tipo de medidas legales también representa un costo financiero significativo para el país, ya que movilizar recursos para litigar en cortes extranjeras puede ser oneroso en un contexto de crisis económica.
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Para República Dominicana, este incidente podría tener implicaciones en su relación con Venezuela, pero también subraya su alineación con las políticas de sanciones de Estados Unidos. El hecho de que las autoridades dominicanas colaboraran con Washington en este operativo muestra un compromiso con la lucha contra el lavado de activos y el cumplimiento de las sanciones internacionales, lo que fortalece su posición diplomática con sus socios más cercanos, pero podría generar tensiones con países aliados de Venezuela.
Perspectiva
La incautación de activos, como el avión de Maduro, es una herramienta frecuente en la política exterior de los Estados Unidos para asfixiar económicamente a regímenes sancionados. En este caso, la colaboración de República Dominicana refuerza su imagen de socio estratégico en la región, aunque no sin generar tensiones con Venezuela. Este conflicto podría afectar futuras negociaciones bilaterales, especialmente en temas de cooperación y comercio, en un momento en que la economía dominicana busca consolidarse como una potencia emergente en el Caribe
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