El presidente Luis Abinader aprovechó su participación en la 79ª Asamblea General de las Naciones Unidas para abordar uno de los temas más apremiantes para la República Dominicana: la crisis en Haití. Con un tono firme pero diplomático, Abinader dejó claro que su país ha asumido una carga considerable frente a las consecuencias de la inestabilidad en la nación vecina, más allá de lo que razonablemente le corresponde.
En su intervención, el mandatario detalló el impacto tangible que la situación haitiana ha tenido en los servicios públicos dominicanos. El 12% de las atenciones médicas en el sistema de salud dominicano han sido brindadas a inmigrantes haitianos durante 2023, un número significativo que evidencia la presión que esta situación genera. Asimismo, mencionó que en el sistema educativo público hay cerca de 200,000 menores extranjeros, de los cuales 147,906 son de origen haitiano, un dato que ilustra la magnitud de la crisis humanitaria y social que enfrenta el país.
El impacto en los servicios públicos y la economía dominicana fue uno de los puntos más enfatizados por el mandatario. Sin embargo, Abinader también fue claro al señalar que este esfuerzo tiene un límite. «Solos, no podemos», declaró, enviando un mensaje directo a la comunidad internacional, que, según su discurso, no ha actuado con la suficiente rapidez ni contundencia ante una situación que afecta no solo a la República Dominicana, sino a toda la región del Caribe y más allá.
La inestabilidad en Haití y el riesgo regional
El presidente dominicano también llamó la atención sobre la inseguridad en Haití, un problema que ha desbordado las fronteras y que, de no ser atendido de manera efectiva, podría tener consecuencias desastrosas para la región. La creación del Consejo Presidencial de Transición y la llegada de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) fueron recibidas con optimismo, pero Abinader fue realista: hasta el momento solo 400 efectivos de un mínimo de 2,000 han sido desplegados. El retraso en el envío de recursos al fondo fiduciario para Haití es una preocupación central, dado que la estabilidad política y social del país sigue dependiendo de la ejecución de esta misión.
Con tono grave, Abinader advirtió que un colapso en Haití tendría repercusiones inminentes en la seguridad nacional de la República Dominicana. «Esta misión representa una excepcional esperanza para el restablecimiento de la normalidad en Haití. Un fracaso podría implicar la necesidad de adoptar medidas drásticas para proteger nuestra seguridad nacional», enfatizó.
La política exterior dominicana: Derechos humanos y estabilidad regional
Un aspecto clave de la intervención de Abinader fue el compromiso de su gobierno con los derechos humanos, tanto a nivel nacional como internacional. La República Dominicana ha mantenido su postura de proporcionar asistencia a quienes lo necesiten, aunque con limitaciones evidentes. «Aquí no hay cálculos ni bandos, tan solo principios», afirmó, subrayando que este compromiso forma parte integral de la política exterior del país.
La urgencia del llamado del presidente dominicano no solo reside en la necesidad de apoyo financiero y logístico, sino en una demanda de responsabilidad compartida. Agradeció a los países que ya han contribuido, como Kenia, Jamaica y El Salvador, pero fue crítico con aquellos que, a pesar de sus promesas, no han cumplido con los compromisos adquiridos. Esta falta de acción amenaza con retrasar aún más una solución duradera para Haití, un país que ha sufrido décadas de inestabilidad política, social y económica.
Un desafío persistente para la comunidad internacional
Al final de su discurso, Abinader dejó claro que su gobierno no dejará de presionar por la estabilización de Haití, entendiendo que la crisis en el país vecino no es solo un problema local, sino un desafío para toda la región y la comunidad internacional. «Mientras la seguridad nacional de mi país esté en juego, no cesaré de reclamar la estabilidad de Haití», concluyó.
El mensaje del presidente dominicano en la ONU es una muestra de la complejidad y urgencia de la crisis haitiana, así como de las implicaciones que esta tiene para la República Dominicana y otros países. Lo que está en juego no es solo la estabilidad de Haití, sino la seguridad y el bienestar de toda la región caribeña.
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