En la madrugada del martes, los estibadores de 14 grandes puertos estadounidenses se declararon en huelga tras el fracaso de las negociaciones de última hora entre su sindicato, la Asociación Internacional de Estibadores (ILA), y la Alianza Marítima de Estados Unidos (USMX). La huelga, que comenzó a las 00:01 en el puerto de Virginia, afecta a importantes instalaciones portuarias desde Maine hasta Texas.
Las negociaciones entre la USMX, que representa a la patronal, y el sindicato ILA se encuentran estancadas. El sindicato ha manifestado su disposición a luchar el tiempo que sea necesario para obtener los salarios y las protecciones contra la automatización que sus miembros merecen. El presidente de la ILA, Harold Daggett, afirmó en un comunicado que están decididos a continuar la huelga hasta lograr sus objetivos.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha instado a ambas partes a sentarse a la mesa y negociar de buena fe, de forma justa y rápida. Sin embargo, hasta ahora, el mandatario ha descartado una intervención federal en este conflicto.
El lunes por la noche, las dos partes anunciaron que habían reanudado las negociaciones, iniciadas en mayo y estancadas en torno a los salarios y la automatización del trabajo. En las últimas 24 horas, la USMX y la ILA han intercambiado contraofertas sobre los salarios, pero la propuesta de la Alianza fue rechazada por el sindicato.
La huelga afecta a 14 puertos de la costa este y del Golfo de México, incluyendo importantes instalaciones en Nueva York, Nueva Jersey, Boston, Filadelfia, Savannah, Nueva Orleans y Houston. La USMX representa a la patronal de 36 puertos, mientras que el sindicato de estibadores cuenta con 85.000 afiliados en todo Estados Unidos.
Oxford Economics estima que la huelga costará entre 4.500 y 7.500 millones de dólares por semana a la economía de Estados Unidos. El impacto total dependerá de la duración de la huelga, según los analistas. El transporte de hidrocarburos y productos agrícolas, así como los cruceros, no debería verse demasiado afectado.
Esta es la primera gran huelga de la ILA desde 1977. Este año, también se han producido grandes huelgas de trabajadores de fábricas de automóviles y en Boeing, por cuestiones salariales y condiciones laborales. En este caso, el convenio colectivo alcanza a unos 25.000 trabajadores sindicalizados en la ILA en grandes puertos.
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Jonita Carter, una trabajadora portuaria con 23 años de experiencia, recordó que durante la pandemia de COVID-19, los estibadores nunca detuvieron su trabajo, lo que permitió que el mundo siguiera funcionando. Sin embargo, con la automatización, temen perder sus empleos. Carter formaba parte de una manifestación de 200 personas en Maher Terminals, uno de los sitios más importantes de Port Elizabeth, en el puerto de Nueva York/Nueva Jersey.
La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, informó que las autoridades portuarias estaban tratando de liberar la mayor cantidad posible de mercancías antes del paro. Otras terminales, como Nueva Orleans y Savannah, ofrecieron horas extras en los últimos días para agilizar la circulación de mercadería.
El sindicato exige protección contra la pérdida de empleos vinculada a la automatización de procesos y pide incrementos de salarios para los estibadores. Reportes de prensa indican que la ILA pide un incremento salarial del 77% en siete años. Por su parte, la USMX indicó que su última oferta habría incrementado los salarios en cerca de un 50%, triplicado los aportes patronales a los planes de retiro y fortalecido los planes de salud.
Erin McLaughlin, economista del Conference Board, advirtió que una huelga de puertos paralizaría el comercio de Estados Unidos y aumentaría los precios en un momento en que consumidores y empresas comienzan a sentir alivio de la inflación. No hay una alternativa fácil, ya que la capacidad de desviar cargas hacia la costa oeste es limitada.
En conclusión, la huelga de estibadores en 14 grandes puertos estadounidenses representa un desafío significativo para la economía del país. La resolución de este conflicto dependerá de la capacidad de ambas partes para llegar a un acuerdo que satisfaga las demandas salariales y de protección contra la automatización de los trabajadores portuarios.
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