La escalada de tensiones entre Argentina y Colombia ha alcanzado un punto crítico tras las recientes declaraciones del presidente argentino, Javier Milei, quien en una entrevista con el periodista Andrés Oppenheimer para CNN en Español, atacó directamente al presidente colombiano Gustavo Petro, calificándolo de “terrorista” y “asesino”. Estas declaraciones no solo han intensificado las tensiones bilaterales, sino que también han llevado a acciones diplomáticas concretas por parte de Colombia, que ha retirado a su embajador en Argentina, Camilo Romero, y ha expulsado al diplomático argentino en Bogotá, Gustavo Alejandro Dzugala. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia expresó su “más enfático rechazo” a través de un comunicado, subrayando la gravedad de las acusaciones vertidas por Milei.
Este incidente se suma a una serie de conflictos verbales previos entre Milei y otros líderes de la región. En particular, Milei ha tenido varios intercambios con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ha criticado abiertamente las posturas políticas y económicas del presidente argentino, llegando a compararlo con dictadores históricos como Francisco Franco, Augusto Pinochet, o Jorge Rafael Videla. Milei, por su parte, ha respondido a estas críticas con desdén, señalando que ser objeto de críticas por parte de lo que él considera figuras ignorantes, en referencia a AMLO, es en realidad un halago.
Las declaraciones de Milei sobre Petro y su pasado guerrillero no son aisladas, ya que anteriormente había emitido comentarios despectivos hacia el socialismo y líderes socialistas, describiendo a los socialistas como “basura” y “excremento humano” en una entrevista con RCN Radio poco después de su elección. Estas declaraciones han provocado no solo una respuesta diplomática de Colombia, sino también un amplio debate sobre la retórica política y las relaciones entre los países de América Latina.
Milei ha defendido sus comentarios como una crítica al socialismo y a las políticas económicas de gobiernos anteriores en Argentina, argumentando que estas han llevado a una disminución significativa del salario promedio en el país. Comparó la situación actual con la década de 1990, señalando una caída dramática en el poder adquisitivo de los argentinos.
Este conflicto diplomático entre Argentina y Colombia refleja no solo las tensiones políticas entre dos visiones ideológicas contrapuestas, sino también la polarización y el desafío que enfrenta la región en términos de diálogo y cooperación internacional. La situación plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones diplomáticas entre estos dos países y, potencialmente, con otros gobiernos de la región que puedan verse afectados o involucrados en debates ideológicos similares.
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