Washington – Las inversiones pasadas del nuevo CEO de Intel, Lip-Bu Tan, están generando un intenso escrutinio en Estados Unidos. Tan habría canalizado más de $200 millones en más de 600 empresas tecnológicas chinas entre 2012 y 2024, algunas de las cuales tienen presuntos vínculos con el Ejército Popular de Liberación (EPL) y empresas estatales, lo que ha encendido las alarmas sobre un posible conflicto de interés.
Las inversiones fueron realizadas a través de su firma de capital de riesgo Walden International, así como mediante Sakarya Limited y Seine Limited, dos entidades registradas en Hong Kong. Aunque Tan ha declarado que se ha retirado de algunas de estas compañías, registros comerciales chinos aún muestran muchas de estas inversiones como activas.
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Este hecho genera inquietudes debido al rol crítico de Intel en la seguridad nacional de EE. UU., especialmente por su contrato de $3 mil millones con el Departamento de Defensa para la fabricación de chips avanzados, y otros compromisos clave con el gobierno estadounidense.
Uno de los casos más preocupantes es la inversión de Tan en Semiconductor Manufacturing International Corp (SMIC), el mayor fabricante de chips de China, actualmente sancionado por Estados Unidos por sus vínculos militares. Además, al menos ocho de las empresas en su cartera tienen enlaces directos con el EPL o participan en el desarrollo de tecnología militar.
Intel es el único fabricante con capacidad instalada para producir chips de última generación en territorio estadounidense, lo que lo convierte en un actor esencial para preservar la superioridad tecnológica de EE. UU. en defensa e inteligencia. Críticos señalan que los lazos previos de Tan con el ecosistema tecnológico chino, y en particular con entidades vinculadas al aparato militar, ponen en riesgo la integridad y la independencia de una empresa clave para la estrategia tecnológica del país.
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El nombramiento de Tan como CEO llega en un momento particularmente sensible, en medio de una escalada comercial entre Estados Unidos y China. Desde enero de 2025, los aranceles estadounidenses sobre productos chinos alcanzan un 145%, mientras que China ha respondido con tarifas del 125% a importaciones desde EE. UU. Esta guerra arancelaria ha reforzado las tensiones geopolíticas y la vigilancia sobre la transferencia de tecnología entre potencias rivales.
Analistas advierten que las inversiones extranjeras en sectores estratégicos como los semiconductores deben ser monitoreadas con mayor rigurosidad, especialmente cuando se trata de figuras que ahora ocupan puestos de liderazgo en empresas con contratos gubernamentales.
El Comité de Inversión Extranjera en los Estados Unidos (CFIUS) y legisladores del Congreso ya han solicitado una revisión detallada de los antecedentes financieros de Tan y su vínculo con entidades chinas. Aunque no se ha emitido un fallo oficial, la presión política y mediática va en aumento.
La situación pone en evidencia el delicado equilibrio entre los negocios globales y la seguridad nacional, especialmente en industrias críticas como la tecnología de semiconductores, donde Estados Unidos y China compiten por el dominio global.
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